¿Qué tan formados están en los directivos en Latinoamérica?

Por Ph.D. Gonzalo Gómez Betancourt, Director de Executive Education Inalde Business School, Universidad de La Sabana
gonzalo.gomez@inalde.edu.co

La educación impartida en la gran mayoría de las universidades latinoamericanas, sigue quedándose corta en las asignaturas de corte técnico (como las matemáticas o la física) y en aquellas que desarrollan las capacidades blandas (inteligencia emocional). El resultado son profesionales que aún tienen falencias para ejercer cargos directivos.

Con frecuencia he escuchado a profesores de las escuelas de negocios de Latinoamérica decir que los egresados de las universidades que llegan a formarse en alta dirección, por lo general ni tienen habilidades matemáticas, ni claridad sobre lo que significa ejercer con éxito una gestión empresarial.

Si hacemos un cuestionamiento frente a esta situación, no hay duda que se trata de un problema estructural que viene desde el colegio, se ve reflejado en la vida profesional y pasa a la dirección empresarial. Las deficiencias más notorias son en la dirección, aunque también las hay en la técnica.

El periodista Andrés Oppenheimer en su libro ¡Basta de Historias! La obsesión latinoamericana por el pasado y las 12 claves del futuro, afirma que la obsesión iberoamericana con la historia nos está robando tiempo y energías para concentrarnos en el futuro. “En lugar de trabajar en la única asignatura pendiente que nos podrá sacar de la mediocridad económica e intelectual en la que vivimos: La Educación”. Estoy totalmente de acuerdo con este planteamiento y agregaría que prueba de ello es el poco reconocimiento internacional que tienen nuestras universidades públicas y privadas en los Ranking internacionales.

Lo más preocupante de estas falencias en la formación directiva es que no sólo no hemos tomado conciencia de ello, sino que nos creemos excelentes en lo que hacemos. Para ilustrar el daño que nos ha hecho este modelo educativo, voy a contarles mi experiencia cuando realicé mi doctorado.  Estudié con europeos, asiáticos, norteamericanos y latinos. Mi primer impacto fue enfrentarme al reto de leer dos libros semanales, en inglés. Una compañera alemana sugirió 5 y no solamente en inglés ya que sería muy reducida la literatura, lo que de inmediato fue secundado por todos los europeos. Ni hablar de los compañeros finlandeses, todos hablaban 5 idiomas. El golpe fue duro, me consideraba un buen lector de literatura especializada en mi área con un récord de un libro mensual. Me enteré que el promedio de lectura los estudiantes americanos y europeos sobrepasaba los 50 libros. Así es que ahora entiendo perfectamente por qué los primeros obstáculos en una formación directiva son un hábito de lectura muy mal forjado y una pésima preparación en idiomas, comparados con el resto del mundo.

Otro aspecto que me impactó de mis compañeros fue el razonamiento, por lo menos hasta mi generación nos enseñaron a memorizar, con lo cual, a los 27 años mi capacidad de hacerlo era sorprendente, pero el sistema de educación de estos personajes no era la memoria, era la lógica y detrás de la lectura, el análisis. También encontré que los profesores universitarios norteamericanos incluían dentro de las lecturas obligadas para sus alumnos papers, cuando en Latinoamérica, éstos se dejan para las maestrías y doctorados por ser lecturas especializadas. Al familiarizarme con los textos de un Journal entendí la lógica de convertirlos en lectura obligada.  Son documentos técnicamente tan bien elaborados, que amplían la capacidad de razonar.

Otra característica que está lejos de nuestro modelo educativo, es la formación de los docentes y el respeto que se tiene hacia los profesores.  A los doctores nos enseñan profesores con estudios postdoctorales y además con amplia experiencia directiva, en las maestrías sólo enseñan profesores con doctorado, en las universidades, profesores con maestrías y doctorados y en el colegio es obligatorio que todos los docentes sean másteres en educación.

Debemos aceptar nuestra realidad. Técnicamente no somos buenos porque al no tener hábitos de lectura, somos deficientes en los análisis. Tenemos gran debilidad en matemáticas, por ejemplo, en el caso colombiano, se ha desarrollado la idea que dependiendo de las competencias se establecen las carreras. Como dicen muchos profesores de escuelas de negocios: “La idea es que todos los empresarios deberían dominar las matemáticas para resolver los problemas del día a día, pero no son capaces de abstraer el problema a través de los números, les da pavor sentarse a leer un problema”.

Por esta razón las escuelas de negocios han tenido que afrontar la tarea de buscar mecanismos de educación más activos. Invitar a los empresarios a cuestionar y fomentar la resolución de problemas, Nuestro conflicto arranca en que no hay especialistas en educación. Ser profesor significaba una vida económicamente mala, tenemos la visión del profesor que no tiene dinero ni es respetado. En estos países como Finlandia, China, Singapur, existe una reverencia a la educación, el profesor es un profesional respetado, valorado y muy bien remunerado.

¿Qué debemos hacer para transformar esta mentalidad y mirar la relación entre desarrollo económico y educación, como lo han hecho los países desarrollados? Primero tenemos que hacerlo con nuestros profesores, implementar sistemas de aprendizaje con metodologías activas y no pasivas. Ser exigentes en lo que realmente es fundamental aprender. Nuestra debilidad técnica es estructural.

Estas razones nos hacen ver claramente por qué tenemos debilidades en la dirección de empresas, con el agravante de que tratamos de copiar un modelo americano para que la gente fuera técnicamente buena en habilidades duras, sin tener en cuenta la importancia de las habilidades blandas, como la inteligencia emocional. Como resultado, a nuestros directivos se les dificulta relacionarse e identificar emociones, entender qué es un gesto, qué significa mirarse a los ojos y esto es la base de la dirección ¿Cómo hacemos para otros hagan? ¿Cómo hacemos para que otros cumplan con los objetivos de la organización? Es fundamental que los directivos aprendan a leer que pasa en el corazón de las personas, a leer quejas que no se comunican, la capacidad de entender al otro antes de ser entendido yo.

En el siglo XX y XXI no hemos centrado en la técnica y aún no prima la visión humanista. Aún se ve a empleados y colaboradores como un fin para producir. Uno escucha frases como: “Me sirve o no me sirve. Enseñamos desde lo negativo y no desde lo positivo. Mi mensaje para ésta y las nuevas generaciones de gerentes es que perfeccionar las habilidades directivas a los 40 años es posible, pero que bueno sería que las bases para lograrlo mucho más temprano, vinieran desde el colegio, para así lograr una visión más humanista y una mirada hacia el futuro y no al pasado.